Génesis 25: 33 Y dijo Jacob:
Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.
Mirando como hombres, con
ojos de hombre natural, el hermano de Jacob, Esaú, siempre fue mucho mejor y
más dotado física e intelectualmente que su hermano Jacob.
No siempre se puede juzgar a
alguien por las apariencias, a decir verdad; nunca. Se debe
siempre mirar el
interior de la persona.
Así es como juzga Dios a los
hombres, a ti y a mi, a todos. Esaú era el tipo de hombre, joven, fuerte,
admirado por los demás. Era el típico con un formidable aspecto exterior, el
cual distaba mucho de su personalidad interior.
No tenía ninguna
comprensión, capacidad o deseo de ocuparse de asuntos espirituales. Tenía
grandes pasiones como hombre, pero carecía de fuerza interior y de autocontrol.
Tan solo le importaba el
mismo, es por eso que vendió su primogenitura a cambio de; un guiso de
lentejas!
Sería como el que tan solo
desea aprovecharse de los beneficios, de las bendiciones, pero sin mantener
ningún tipo de compromiso u obligación a cambio, sin tener ningún tipo de
responsabilidad.
Si dedicamos toda o en gran
parte nuestra vida a lo físico, lo material, lo perecedero, a todo lo que es
pasajero y temporal somos como Esaú.
La Biblia nos muestra otra y gran manera diferente y correcta
de vivir:
Un cristiano es toda persona
que ha escuchado, aceptado y obedecido el mensaje del Evangelio, se ha sentido
lleno de la Gracia
de Dios aceptando la obra de Jesucristo en la cruz y le ha incorporado a su
vida dejándole el espacio en su corazón que antes ocupaba el mismo.
Muchos Cristianos hoy en
día, quizás por influencias tanto mundanas, como de erróneas o falsas doctrinas
viven una vida a lo Esaú, incluso a veces, exageradamente, tenemos más obsesión
e idolatría a lo material que cualquier hombre no creyente o de cualquier
religión.
La pregunta final sería si
estoy dispuesto a no vender o cambiar nuestras obligaciones, no aceptando así
el modo de vida que nos marca El Señor, a dejar escapar, por nuestro
comportamiento, todas las bendiciones que Dios nos tiene reservadas y tan solo
a cambio de cualquier plato de guiso rojo, a cambio de cualquier bienestar
pasajero, temporal e innecesario.
Reflexiono a veces que si
pudiésemos poner en una balanza las dos opciones hacia donde se inclinaría la
mia; hacia el placer como hombres o hacia una correcta vida que nos lleva a la
más grande de todas las bendiciones; la vida eterna.
Es tan solo cuestión de
sacar peso de un lado, el mundano, para transformarlo y añadirlo al lado
correcto. Vale la pena, no es fácil pero, con la ayuda del Espíritu no es nada
imposible. Nosotros decidimos; vivir como hombres o aceptar y cumplir con
nuestras obligaciones cristianas.
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