Sal 107: 29 Cambió
la tempestad en calma y las olas del mar callaron.
Tempestades, tormentas, olas gigantescas,
océanos que parecen eternos, como dice la canción, buscando paz en la tormenta,
Herman@ no te equivoques Dios sabe que la tormenta llega a nuestra vida, y no
una sino varías, pero benditas sean esas tempestades, porque
nos hacen mas
fuertes, la cosa es cuando le damos mas importancia a la tempestad, pensando
que vamos a ahogarnos y nos olvidamos que el Señor, va en esa barca, mientras
Pedro miraba los ojos del Señor pudo caminar sobre el agua, cuando aparto su
mirada por el viento que venia se hundió, cuando nosotros apartamos la mirada
porque nos duele mas lo que viene con la tormenta , que seguir manteniendo la
mirada en el Señor. Al igual que a ti no me gustan las tormentas pero se que vendrán
muchas mas de las que ya he pasado, pero como dice las Escrituras, “por mi
causa tendréis aflicción” entonces con todo el dolor de mi corazón me doy
cuenta que le he fallado, que por momentos, tal vez días, y hay quien por años,
hemos apartado la mirada del Hijo de Dios. Pero por otro lado pienso, gracias
Señor, las cosas no las estaré haciendo tan mal, cuando hay quien me quiere
ahogar, y tu nadas conmigo.
Son sentimientos encontrados, de la misma
forma que la lluvia se encuentra con el rayo, con el viento, pero sea como sea
tu tormenta, recuerda no apartes los ojos del Señor, porque es el único que te
llevara a salvo a la otra orilla.
Herman@ es el momento de pedirle perdón a
Dios si pensamos que hemos apartado la vista de su misericordia. Piensa en el
problema tan grande que tienes, ese problema que te desvela, que te mantiene en
angustia, en soledad o depresión. Ese problema te mantiene en temor y hará que
pierdas muchas horas del día y de la noche. Lo que sucede no es que el problema
sea grande, porque para Dios no hay problemas grandes, lo que está pasando es
que tienes la mirada puesta en tu tormenta. ¡Quita la mirada de tu tormenta!
Pídele perdón a Dios y vendrá la fe de Dios sobre ti. Mirarás a Jesús y dirás:
“Señor, manda que yo camine sobre las aguas, como tú caminas sobre las aguas”.
¡Las aguas que están para hundirte o para afligirte, te harán flotar!
Es momento que hagas una oración ahora mismo:
“Señor, recibo esta palabra. Dios mío, estreméceme en mi corazón con tu
palabra. Confieso que eres grande mi Jesús, ¡ Tu eres poderoso! Tú caminas
sobre las aguas, y también mandas que yo camine sobre las aguas. Dios mío
perdóname, porque hice mis circunstancias más grandes que mi Cristo. Ahora
confieso que mi Cristo es más grande que mis circunstancias. ¡Gracias Señor!
Recibo la fe, echo fuera el temor, echo fuera la impotencia y la angustia. Echo
fuera la amargura y la duda.
DIOS
OS BENDIGA EN EL PODEROSO NOMBRE DEL SEÑOR. ATT. DEVOCIONALES CRISTIANOS MANÁ.
Maikahttp://www.
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