10: 28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Quien
este apartado de la voluntad de Dios el día del juicio recibirá sentencia de
tormento eterno.
La muerte en si es una manifestación del juicio de Dios para los hombres, nacemos caídos, pecadores, la muerte no existía para Dios en la creación; Fueron los hombres y su naturaleza pecaminosa quienes con su pecado (Adán y Eva) obligaron a Dios a dictar juicio, la sentencia es la muerte. Nadie puede librarse de ella, antes o después terminará con nuestra física existencia. Desde el momento en que somos engendrados ya empezamos a morir. La muerte nunca dejará de existir para los hombres, podemos creer que la retrasamos, que la evitamos durante cierto tiempo, pero nunca lograremos vencerla como hombres, desde que nacemos ya estamos sentenciados a morir y tan solo por que estamos pagando por juicio de Dios el pecado de los primeros creados.
Sabiendo que antes o después moriremos el que realmente tiene aceptado a Jesús el Cristo (con todo lo que eso conlleva) como único Salvador e Intercesor entre Dios y nosotros, no le debería temer ni a la muerte ni al tener que sufrir eternamente, sería una contradicción. Nuestro cuerpo terminará, pero lo más importante que debemos cuidar es nuestra alma y espíritu (no digo que no cuidemos el cuerpo, pues templo del Espíritu es) mejor dicho dejar que sea El quien instruya a nuestro espíritu, dejar que El sea quien toma el control de todo, ceder el trono de nuestro corazón para que sea El quien este ocupándolo a fin de que el día del juicio sea apto a vivir eternamente en el Reino de Dios.
No debemos desechar ninguna parte de La Palabra de Dios y en ella podemos ver claramente que sin Jesús el Cristo no hay salvación.
La muerte en si es una manifestación del juicio de Dios para los hombres, nacemos caídos, pecadores, la muerte no existía para Dios en la creación; Fueron los hombres y su naturaleza pecaminosa quienes con su pecado (Adán y Eva) obligaron a Dios a dictar juicio, la sentencia es la muerte. Nadie puede librarse de ella, antes o después terminará con nuestra física existencia. Desde el momento en que somos engendrados ya empezamos a morir. La muerte nunca dejará de existir para los hombres, podemos creer que la retrasamos, que la evitamos durante cierto tiempo, pero nunca lograremos vencerla como hombres, desde que nacemos ya estamos sentenciados a morir y tan solo por que estamos pagando por juicio de Dios el pecado de los primeros creados.
Sabiendo que antes o después moriremos el que realmente tiene aceptado a Jesús el Cristo (con todo lo que eso conlleva) como único Salvador e Intercesor entre Dios y nosotros, no le debería temer ni a la muerte ni al tener que sufrir eternamente, sería una contradicción. Nuestro cuerpo terminará, pero lo más importante que debemos cuidar es nuestra alma y espíritu (no digo que no cuidemos el cuerpo, pues templo del Espíritu es) mejor dicho dejar que sea El quien instruya a nuestro espíritu, dejar que El sea quien toma el control de todo, ceder el trono de nuestro corazón para que sea El quien este ocupándolo a fin de que el día del juicio sea apto a vivir eternamente en el Reino de Dios.
No debemos desechar ninguna parte de La Palabra de Dios y en ella podemos ver claramente que sin Jesús el Cristo no hay salvación.
Si
desde que se nace hasta que se muere se vive de espaldas a Dios y sin aceptar a
Jesús el Cristo lo pagaremos con una eternidad de tormento y sufrimiento,
olvidemos fábulas de hombres, pues nuestro Dios es justo y no se recibirá más
castigo que el que se merezca, eso si, eternamente, y ya no habrá vuelta atrás.
Los hombres estamos pagando por el primer pecado y si durante la vida no nos
reconciliamos con El Creador pagaremos eternamente por nuestros propios
pecados, nunca estaremos con El, sin dolor, enfermedad, muerte… eternamente.
Nosotros decidimos donde vivir una eternidad, viviendo o no temerosos de Dios y
su justicia.
DIOS OS BENDIGA EN EL PODEROSO NOMBRE DEL SEÑOR. ATT. DEVOCIONALES CRISTIANOS MANÁ.
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