Ecl 5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
No se si es por cultura, costumbre o por enseñanza de nuestros mayores, desde niños hemos tenido la costumbre de decir: te prometo, te prometo que…. Y así vamos creciendo y adquirimos esa palabra a nuestro vocabulario sin mayor importancia, pero si se la damos cuando
alguien nos promete algo a nosotros y no cumple su palabra. Con los años he aprendido que me es más importante la palabra dada por un hombre o una mujer que no una promesa, ya que esta última es una coletilla a un discurso que no lleva a ningún lado y la palabra dada es el compromiso entre dos personas.
Dicho esto te pregunto ¿aún sigues haciendo promesas a Dios?, si herman@s esa costumbre la llevamos también con nosotros cuando nos acercamos a Dios, y tal ve inconscientemente ya que es como un estigma mental que nos cuesta desterrar, pero deja que te diga que Dios no necesita que le prometamos nada, no nos ha pedido promesas, sino obediencia y es de esta manera porque El nos conoce perfectamente, como no nos va a conocer si nos creo, y sabe que no podemos cumplir con todo aquello que prometemos, por tanto mejor no hacerlo y así no caeremos en el error de sentirnos mal ante la presencia de la Cruz cuando veamos que aquello que prometimos somos incapaces de hacerlo.
De la misma forma que los creyentes se llenan la boca diciendo: porque esto es una promesa de Dios… porque las Escrituras están llenas de promesas… y lo usamos para entender periodos de nuestras vidas, para reconfortarnos en momentos de angustia, ¿Cómo nos sentiríamos si Dios no cumpliera con alguna de sus promesas? Defraudados seria mi respuesta, pues de la misma forma pienso que debe sentirse el Señor, cuando vamos prometiéndole cosas en los momentos de apuro y angustia como si eso fuera un salvo conducto para una pronta respuesta, me imagino al Señor apenado, triste, como si pensara: no han entendido…. No han entendido.
Llegamos hacer promesas de toda clase, dejar cosas, hábitos que teníamos, quizás alguien ha prometido orar mas, servir mas, pero te digo que todas esas promesas son absurdas, y mas cuando nadie te dijo que eso era un requisito para agradar a Dios, herman@s Dios no quiere promesas, quiere acción, que nuestros actos valgan mas que nuestras palabras, el desea trabajar en nosotros, hacer su obra en cada uno de nosotros, porque nuestro cambio provendrá de El, y ahí es donde mostraremos lo que hacemos y no lo que decimos, vamos herman@s hoy a actuar y dejar esas promesas en un cajón para así poder presentarnos ante el Señor sin tener que avergonzarnos.
DIOS OS BENDIGA PODEROSAMENTE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR. ATT. DEVOCIONALES CRISTIANOS MANÁ.
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